Esta página ha sido corregida
LIBRO SEGUNDO.
I.
Todos callan; y Enéas, que cautiva
De todos la atencion, desde alto lecho
Comienza: «¡Oh Reina! mandas que reviva
Inefable dolor mi herido pecho;
Que cómo á manos de la hueste aquíva
El troyano poder cayó deshecho
Recuerde: horrores que podré pintarte,
De ello testigo y no pequeña parte.
II.
«Mas ¿quién, ya que secuaz de Ulíses fuera,
Si á tan largo dolor velos levanto,
Qué Mirmidon, qué Dólope lo oyera
Sin dar, á su pesar, tributo en llanto?
Acercándose al fin de su carrera
Hé aquí la húmeda Noche rueda en tanto,
Y extinguiendo en la mar sus luces bellas
A descanso convidan las estrellas.