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Maquiavelo.

cuando menos, hubieran perdido con las desgracias de la patria todas las comodidades, placeres y privilegios de que gozaban. Y como las calamidades nacionales podian condenarios á ser pasados á cuchillo sobre las ruinas humeantes del hogar, å ir prisioneros y abrumados bajo el peso de las cadenas á ser vendidos como esclavos, á verse arrebaLar sus hijos, los unos para trabajar en las canteras de Sicilia, los otros para que guardasen los harenes de Persépolis; por eso entre los griegos el patriotismo vino á ser principio dominante, ó más bien pasion indomable, y sus legisladores y sus filósofos imaginaron que proveyendo á la grandeza y á la fuerza del Estado, proveian suficientemente á la felicidad del pueblo. Y áun cuando los escritores del imperio romano vivian bajo déspotas que habían absorbido é incorporado á su pueblo cien naciones, y poseian jardines más extensos que las repúblicas de Filio y de Platea, es lo cierto que continuaron hablando el mismo lenguaje, y discurriendo en órden al deber de sacrificarlo todo á una patria, ó, mejor dicho, á un Estado al que nada debian.

Causas semejantes a las que tanta influencia ejercieron sobre los griegos, pesaron no ménos fuertemente sobre el carácter enérgico y audaz tambien de los italianos. Como los griegos, los italianos constituian pequeñas comunidades; cada individuo se ballaba vivamente interesado en el bienestar de la sociedad á la cual pertenecia, participando de su riqueza y de su miseria, de su gloria y de su vergüenza. Nunca fué más verdad esto que en el siglo de Maquiavelo, pues los acontecimientos públicos eran para los ciudadanos causa de inmensas perturbaciones y desgracias. Los invasores del Norte habian arruinado sus patrimonios, deshonrado sus