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Lord Byron.

critores distinguidos, que despues quedaron por debajo de él. Apénas babrá memoria de otro ejemplo de un literato que tan rápidamente se haya elevado á tan vertiginosa altura.

Por tal manera un hombre jóven, á quien dotó la naturaleza de pasiones vehementísimas, y á quien la educacion nunca enseñó á refrenarlas, se vió de un golpe rodeado de cuanto puede halagar ó estimular los instintos más fuertes de nuestra naturaleza: admirado de la sociedad, saludado de las aclamaciones unánimes de su patria, aplaudido de los hombres más aplaudidos, y amado de las mujeres más amables; de todo, en fin, cuanto puede dar el mundo y su gloria. En cambio, vivió como muchos que no tienen tales excusas que alegar para que por ellas les sean perdonadas sus faltas; pero sus conciudadanos y conciudadanas se habian propuesto amarlo y admirarlo, sin parar mientes en sus excesos y desórdenes, sino es en las explosiones de su alma de fuego que reflejaban su resplandor en su poesia. Atacaba la religion, por ejemplo, y su nombre se citaba con simpatía entre la gente piadosa, no criticando sus arranques las publicaciones misticas sino es con suma dulzura; atacaba al Regente y no conseguia enajenarse la benevolencia de los torys; que parecia que todo debiera perdonársele en gracia de la juventud, del rango y del genio. Despues vino la reaccion, y tan caprichosa en su cólera como lo habia sido en su benevolencia, se ensañó contra su favorito de otro tiempo, y del propio modo que lo adoró con ciega idolatría, lo aborreció con fanatismo ciego.

Muchas páginas se han escrito acerca de las desgraciadas interioridades de su vida doméstica, que tanta influencia y tan triste lograron ejercer en su