176 Margarita Eyherabide
Allá venía el pobre ““La brocha”” pronto para usar la cal... ¡A volar! aquellos traviesos muchachos se dispersaron como una handada de gaviotas y la última de sus risas argentinas se ahogó de pronto tras una puerta que se cerraba con estrépito.
Amir había vuelto más triste que de costumbre. Doña Jova lo abrazó y parecía que su rostro sonreís sin meditaciones.
—¡ Ah, si vieras! —dijo á su hijo—estoy fatigada de tanto reir pues no he podido contener la hilaridadl.
--—- ¡De veras, mamá! — cuéntame eso...
Doña Jova llevó á su hijo al patio.
—¡Oh !—exelamó Amir al ver á “La brocha”.
— ¿Qué clase de bicho tenzo á la vista? interrogó ingénuamente y sin pensar más, acercóse al albañil, quien por su parte, miró al joven y volvió la vista, como si acabara de tropezar con alguna de sus fa- miliaridades.
Amir le observó detenidamente.
-- Señor — le dijo ¿es usted francés, italiano?...
““La brocha” permaneció mudo, como si no le hu- biera oido.
— ¿Es usted francés? — repitió Amir con dulzura.
— ¡Francés yo?-— No, señor, yo no soy francés pero he trabajado en Francia.
— ¿Poste usted, el idioma francés, pues? ¿lo en- tiende, al menos?... añadió Amir.
— ¡Ca! — no señor, si yo soy un bruto, soy tan bruto que apenas si aprendí á saludar.