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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. BARMIENTO idiomas vivos, derecho público, física, dibujo y música.

La juventud cordobesa empezó desde entonces á encaminar sus ideas por nuevas vías, y no tardó mucho en sentirse los efectos, de lo que trataremos en otra parte, porque, por ahora, sólo caracterizo el espíritu maduro, dicional, que era el que predominaba.

La revolución de 1810 encontró en Córdoba un oído cerrado, al mismo tiempo que las provincias todas respondían á un tiempo: «já las armas! ¡á la libertad!» En Córdoba empezó Liniers á levantar ejércitos para que fuesen á Buenos Aires á ajusticiar la revolución; á Cordoba mandó la Junta uno de los suyos y sus tropas á decapitar á la España. Córdoba, en fin, ofendida del ultraje, y esperando venganza y reparación, escribió con la mano docta de la Universidad, y en el idioma del breviario y los comentadores, aquel célebre anagrama que señalaba al pasajero la tumba de los primeros realistas sacrificados en los altares de la patria: oncha iniers ¡Ya lo veis, Córdoba revolución de 1810!

llende oreno Orellana odríguez protesta y clama al cielo contra En 1820 un ejército se subleva en Arequito, y su jefe, cordobés, abandona el pabellón de la patria, y se establece pacíficamente en Córdoba, que no ha tomado parte en la revolución y que se goza en haberle arrebatado un ejército. Bustos crea un gobierno, español, sin responsabilidad, introduce la etiqueta de corte, el quielismo secular de la España, y así preparada, llega Cordoba al año 25 en que se trata de organizar la República y constituir la revolución y sus consecuencias.

Examinemos ahora á Buenos Aires. Durante mucho tiempo lucha con los indígenas que la barren de la haz de la tierra, vuelve á levantarse, cae en seguida, hasta que por los años 1620 se levanta ya en el mapa de los dominios españoles lo suficiente para levarla á capitanfa general, separándola de la del Paraguay á que hasta entonces estaba sometida. En 1777 era Buenos Aires ya muy