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Facundo

insta á Facundo que invada á Tucumán y restablezca las autoridades provinciales. La Madrid explica al gobierno el motivo real, aunque bien frívolo por cierto, que lo ha impulsado, y protesta de su adhesión inalterable. Pero ya era tarde; Facundo estaba en movimiento, y era preciso prepararse á rechazarlo. La Madrid pudo disponer de un armamento que pasaba para Salta; pero por delicadeza, por no agravar más los cargos que contra él pesaban, se contentó con tomar 50 fusiles y otros tantos sables, suficientes, según él, para acabar con la fuerzą invasora.

FACUNDO Es el general La Madrid uno de esos tipos naturales del suelo argentino. A la edad de 14 años empezó á hacer la guerra á los españoles, y los prodigios de su valor romanesco pasan los límites de lo posible; se ha hallado en ciento cuarenta encuentros, en todos los cuales la espada de La Madrid ha salido mellada y destilando sangre; el humo de la pólvora y los relinchos de los caballos lo enajenan materialmente, con tal que acuchille todo lo que se le pone por delante, caballos, cañones, infantes, aunque la batalla se pierda. Decía que es un tipo natural de aquel país, no por esta valentía fabulosa, sino porque es oficial de caballería, y poeta además. Es un Tirteo que anima al soldado con canciones guerreras, el cantor de que hablé en la primera parte; es el espíritu gaucho, civilizado y consagrado á la libertad. Desgraciadamente, no es un general cuadrado como lo pedía Napoleón; el valor predomina sobre las otras cualidades del general en proporción de ciento á uno. Y si no, ved lo que hace en Tucumán; pudiendo, no reune fuerzas suficientes, y con un puñado de hombres presenta la batalla, no obstante que lo acompaña el coronel Díaz Vélez, poco menos valiente que él. Facundo traía doscientos infantes y sus «Colorados» de caballería; La Madrid tiene cincuenta infantes y algunos escuadrones de milicias. Comienza el combate, arrolla la caballería de Facundo, y á Facundo mismo, que no vuelve al campo de batalla sino después de concluído todo. Queda la infantera en columna cerrada; La Madrid manda cargarla, no es obedecido, y la carga él solo. Cierto; él solo atropella la masa de infantería; voltéanle el caballo, se endereza, vuelve á cargar su amo; mata, hiere, acuchilla todo lo que está á su alcance, hasta que caen caballo y caballero traspados de balas y bayonetazos,