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Domingo F. Sarmiento

traje de etiqueta, y lo recibe Ibarra en mangas de camisa y chiripé». Rivadavia renuncia, «en razón de que la voluntad de los pueblos está en oposición», «¡pero el vandalaje os va á devorar!», añade en su despedida..

¡Hizo bien en renunciar! Rivadavia tenía por misión presentarnos el constitucionalismo de Benjamin Constant con todas sus palabras huecas, sus decepciones y sus ridiculeces. Rivadavia ignoraba que, cuando se trata de la civilización y la libertad de un pueblo, un gobierno tiene, ante Dios y ante las generaciones venideras, arduos deberes que desempeñar, y que no hay caridad ni compasión en abandonar á una nación, por treinta años, á las devastaciones y á la cuchilla del primero que se presente á despedazarla y degollarla. Los pueblos en su infancia son unos niños que nada preven, y es preciso que los hombres de alta previsión y de alta comprensión les sirvan de padre. El vandalaje nos ha devorado, en efecto, y es bien triste gloria el vaticinarlo en una proclama, y no hacer el menor esfuerzo por estorbarlo.

CAPÍTULO V

Guerra social. La tablada


«Il y a quatriéme élément qui arrive, ce sont les barbares, ce sont des hordes nouvelles, qui viennent se jeter dans la société antique avec une compléte fralcheur de mœurs, d'âme et d'es prit: qui n'ont rien fait, qui sont prêts á tout recevoir avec toute l'aptitude de l'ignorance la plus doclle et la plus naive.

LHERMINIER.

La presidencia ha caído en medio de los silbidos y las rechiflas de sus adversarios. Dorrego, el hábil jefe de la oposición en Buenos Aires, es el amigo de los gobiernos del interior, sus fautores y sostenedores en la