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Domingo F. Sarmiento

libre que daría movimiento y vida á la industria del interior. En medio de este movimiento, ¿quién hace la guerra?

¿Para conseguir qué? A no ser que haya un gobierno tan estúpido como el presente, que huye todos estos intereses, y en lugar de dar trabajo á los hombres, los lleva á los ejército, á hacer la guerra al Uruguay, al Paraguay, al Brasil, á todas partes, en fin. Pero el elemento principal de orden y moralización que la República Argentina cuenta hoy, es la emigración europea, que de suyo y á despecho de la falta de seguridad que le ofrece, se agolpa de día en día al Plata, y si hubiera un gobierno capaz de dirigir, su movimiento, bastaría por sí sola para sanar, en diez años no más, todas las heridas que han hecho á la patria los bandidos, desde Facundo hasfa Rosas. De Europa emigran anualmente medio millón de artífices que salen á buscar fortuna y se fijan donde hallan tierra que poseer. Hasta 1840 esta emigración se dirigía principalmente á Norte—América, que se ha cubierto de ciudades magníficas y llenado de una inmensa población, á merced de la inmigración; tal ha sido á veces la manía de emigrar que poblaciones enteras de Alemania se han transportado á Norte—América con sus alcaldes, curas, maestros de escuela, etc. Pero al fin, ha sucedido que en las ciudadas de las costas, el aumento de población ha hecho la vida tan difícil que los emigrados han hallado allí el malestar y la miseria de que venían huyendo.

Desde 1840 se leen avisos en los diarios norteamericanos previniendo los inconvenientes que encuentran los emigrados, y los cónsules de América hacen publicar en los diarios de Alemania, Suiza é Italia, avisos iguales para que no emigren más. En 1843 dos buques cargados de hombres tuvieron que regresar á Europa con su carga; y en 1844, el gobierno francés mandó á Argel veinte y un mil suizos que iban inútilmente & Norte—América.

Aquella corriente de emigrados que ya no encuentran ventaja en el Norte, ha empezado á costear la América.

Algunos se dirigen á Tejas, otros á Méjico, cuyas costas malsanas los rechazan; el inmenso litoral del Brasil no les ofrece grandes ventajas á causa del trabajo de los negros esclavos, que quita el valor de la producción. Tienen que recular al Río de la Plata, cuyo clima suave, fertilidad de la tierra y abundancia de medios de subsistir, los atrae y fija.

Desde 1836 empezaron a llegar á Montevideo millares de emigrados, y mientras Rosas dispersaba la población