yéndole un fantasma; quiere comparecer en queja ante Diocleciano, pero los servidores no le reco- nocen y le azotan a la puerta del palacio. Vuelve a casa y recobra su primitivo ser. Después tienen lagar las escenas emocionantes del martirio. de las vírgenes.
Las obras de Rotswit son más bien bocetos dramáticos, con algunas escenas desarrolladas, sin grandes caracteres artísticos ni desenvolvimiento de gran tensión. Más que dramas, son poemas épicos. Pero, aun siendo absolutamente primiti- vos e ingenuos, prueban estos bocetos, tan fácil- mente trazados, un talento dramático efectivo, un interés por los problemas más profundos de la vida anímica, dotes de observación espontáneas y realistas, y entusiasmo por los ideales mora- les. Merece admiración la casta energía con que la monja de Gandersheim superó todo reparo de «pruderie» y la forma en que desarrolla las síitua- ciones comprometidas, sin aspereza alguna. Cier- to que los ánimos más severos y ascéticos vieron aquí demasiado erotismo introducido en las le- yendas religiosas, y se apartaron con horror de estos primeros brotes de la dramaturgia cristiana.
La educación de las princesas. — No siempre es posible determinar con precisión hasta qué punto las mujeres de posición más elevada, las reinas y emperatrices, así como las demás perso- nas de las casas reinantes, recibieron también
— 56 — .
