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Francia, Febrero de 1560, formaron parte de los públicos festejos danzas de gitanas; y ese mismo año se dió un decreto moderando el rigor antiguo y estableciendo reglas para que los gitanos morasen de asiento en las villas y lugares. Este decreto fué en cierto modo el orígen de las gitanerias ó barrios habitados por gitanos en las grandes poblaciones.

En 1586 el mismo monarca dió otra ordenanza disponiendo las formalidades á que debian sujetarse los gitanos, proveyéndose de un testimonio ante escribano público que acreditase su residencia y la propiedad de los objetos que querian vender, sin cuyo requisito no se les permitiria tráfico ni entrada en las férias y mercados.

En 1619, hallándose en Lisboa Felipe III, firmó un decreto para hacer salir á los gitanos de toda la península en el espacio de seis meses, con pena de muerte á los que volviesen. Lo notable de este decreto es que parece ser á consecuencia de la condición 49 de las Córtes celebradas aquel mismo año otorgando el servicio de millones, cuya cláusula marca esa expulsion.

Y por si el timorato Felipe III demoraba hacerlo, no falta quien le recuerde la obligacion en que estaba su real conciencia al cumplimiento de las condiciones con que fué otorgado el dicho servicio de millones. Este celoso consejero es el doctor Sancho de Moncada, catedrático de Sagrada Escritura en la Universidad de Toledo, quien dirigió al rey un famoso discurso para probar que los gitanos debían ser expelidos, y que podia condenárseles á muerte por ladrones, receptadores, hechiceros, adivinos y maléficos, no sólo á ellos, sino á las mujeres y niños, pues no hay ley que obligue á criar lobillos.

Felipe IV en 1633 prohibe el traje y el dialecto; prohibe que vivan en barrios particulares; prohibe