Conservan por el pie una solicitud que antiguamente llegaba á la idolatría.
Por poco que la naturaleza haya dado á esta extremidad, un tamaño algún tanto exagerado, una mujer no vacila en sacrificar la forma á la dimensión, y se sujeta, como las chinas, al tormento de un calzado que la torture.
Merecen ser celebradas las señoras de la buena sociedad, por su elegancia y la fecundidad y flexibilidad de su imaginación, tan inagotable en sarcasmos para las personas ó cosas á quienes quiere herir, como en prevenciones ingeniosas para las que estima.
Generalmente, tiene el entendimiento bastante cultivado, y son buenas esposas y excelentes madres de familia.
En el interior de su casa y en la calle, visten á la europea.
Las modas parisienses, han tenido alas para atravesar el Atlántico.
El sombrero se ha introducido lentamente, aunque se usa de preferencia el pañolón, que generalmente es de seda y los hay de la China, de un precio fabuloso. Con él echado sobre los hombros, salen las señoras á la calle.
El traje de las mujeres de pueblo, se distingue por la más temeraria oposición de colores.
Una camisa escotada, generalmente de tela