Los indígenas de las mesetas se distinguen por la amplitud y curvatura del pecho.
Descuellan también por la gran fuerza muscular de sus piernas; cuando descansan á la orilla de los caminos ó en sus viviendas, permanecen en cuclillas, sobre las puntas de los pies y aun después de horas de semejante postura, no parecen fatigados.
Cuando viajan, van en fila, dando saltitos para acompasar la marcha, é inclinados siempre hacia adelante como para presentar su ancha espalda á cualquier carga: su actitud es propia, realmente, de acémilas.
Las mujeres, arrodilladas, con la cabeza y el tronco inmóviles, la mirada fija y el pecho alto, parecen antiguas estatuas egipcias: tan asombroso es el parecido, que, á pesar suyo, dice Luciano Biart, piensa uno en el parentesco posible de los dos pueblos.
La india de Méjico, es sumamente sobria y metódica en su alimento, casi exclusivamente vegetal, compuesto de maíz, judías, pimientos y plátanos.
De vez en cuando le gusta embriagarse en familia, pero cualquiera que sea la cantidad de pulque ó de otros licores que acostumbre á beber, jamás tiene que temer el delirium tremens.
La india, rara vez está enferma; la que sale de las convulsiones y demás enfermedades.
