dado al traste con la altivez, indomable característica de la histórica raza azteca.
La transición en el orden religioso, ha transformado, asímismo, el espíritu y aun los rasgos fisonómicos de las mexicanas.
Eran éstas de color bronceado, de labios gruesos, altaneros y lacio cabello negro como el ébano obscuro y á tal pujante tipo, ha substituído otro, debilitado, dulce, candoroso, expresivo, pero sin remembranza de ira y cólera, de aquellos arrestos y bizarrías con que hubo de luchar el famoso conquistador.
La mujer indígena de Tezcuco como la de la moderna México, sacrifícalo todo á la vehemencia de sus pasiones ardientes. No por esto abdica de su honradez, ni menos, engaña al esposo, por el que siente amor subyugante y al que rinde fervoroso culto.
La mujer azteca, distínguese como madre modelo, hija esclava y esposa mártir.
En los tiempos de la conquista, vestían las aztecas basquiña adornada con ricos flecos que pendían de ella ó bien túnica de algodón fino primorosamente bordada, que cubríales el cuerpo hasta el pie.
En otros lugares, ataviábanse con un velo de hilo, de magüey, ó con pieles de animales, mostrando la faz descubierta y largas trenzas de abundante cabello negro, sobre las espaldas.
Hoy, la mujer indígena que habita en la par