liciosamente, «eses de amor con las caderas», corao decía Campoamor.
Gustan mucho de la plática, como ellas dicen, pero pausada y macilentamente, sonriendo con melancolía y dando á sus palabras intención picaresca y salpimentada.
Para estas pláticas, prefieren á los hombres europeos.
La mujer del campo, es en extremo sensible y esta condición, unida á la sencillez semi-salvaje en las costumbres y á la indulgencia extremada de los padres, determinan episodios del linaje siguiente:
Caminaba á caballo un rico hacendado en dirección á una de sus propiedades, y, hallando en el camino á un su amigo, inglés, joven, simpático, representante en la capital del Paraguay, de una poderosa casa comercial de Liverpool, invitóle á pasar la jornada en su compañía. Aceptada la invitación por el inglés, marchaban juntos en sendos potros, enfrascados en un diálogo animado é interesante, tanto, que, al pasar por una chacra, (casa de campo), no pararon mientes en un hombre del país, de edad avanzada, que trabajaba lenta