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nes que acarrea la muerte; y así, toda epidemia barre primero á los bebedores de una localidad atacada.

Este vicio hace que esté desarmado el médico para curar al alcoholista de otra enfermedad, puesto que á veces, no puede usar vomitivos, sangrías, ni cloroformo para mejorar su paciente; sus delirios son furiosos, se agitan y es difícil curarlos; la menor intervención quirúrgica ó un accidente, da lugar á graves complicaciones (delirium tremens); siendo difícil siempre la cicatrización, cuando no son asiento de granos, manchas, etc., en la piel.

El estímulo que dá el alcohol no es en realidad fuerzas; sino una excitación pasajera al cerebro, y por lo tanto, sólo debe darse á enfermos, como estimulante momentáneo, cuando hay que mantener la vida artificialmente, hasta recuperar las verdaderas fuerzas.

El alcohol ataca principalmente el sistema nervioso de los individuos y de sus descendientes; produciendo locuras, parálisis y por fin, la degeneración del cerebro, lo que convierte en demente y produce el suicidio. A la excitación pasajera sobreviene la decadencia, que termina á la larga por el debilitamiento de la inteligencia, sensibilidad y voluntad, que despoja al hombre de lo que lo distingue del bruto; es decir, su responsabilidad, el sentimiento de la libertad para obrar en pró del bien y del progreso. Si fuera producido este estado por una enfermedad ó accidente, sería una verdadera desgracia; pero, cuando es por herencia y la persona se lamenta de su falta de energía y dominio propio, es una verdadera vergüenza para sí y para la familia; pues está despojado del más noble de sus atributos, que hace su superioridad sobre los animales; es decir: su conciencia moral.

La excitación del alcohol les hace ser irritables, pendencieros y peleadores; les hace perder la idea de su deber y el sentimiento del bien; se abandona, se arruinan, son una carga á la sociedad ó deshonran sus familias, y á veces, terminan entre criminales, locos; ó ya degenerados del todo, recorren nuestras calles bajo el nombre de atorrantes, convertidos en masas inertes en que