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El canto de las sombras


SUBURBIO AMIGO

Oh! calle arrabalesca, cuánto he llegado a amarte; acaso porque vives siempre tan pobre y muda y la tristeza mía se decidió a habitarte con su miseria larga, con su obsesión desnuda.

Encuentro en mi camino los mendigos temblantes, los bohemios enfermos de la vagancia eterna, las bestias moribundas de miradas errantes. las sombras extenuadas que dejan la taberna.

Y oigo venir a veces en el viento dormido una que otra lejana murmuración de cuerda. como el ¡ay! desmayado que surge del olvido en el instante aciago que el corazón recuerda.

Complázcome en cruzarte, cuando a la luz postrera tus pálidas casuchas están como añorando, y vuelve a su refugio la vieja pordiosera con el hético perro que le sigue ladrando,

Cuando aquel pobre joven, que es artista y mendigo. deja latir las notas de su guitarra mustia y llega hasta la acera, en el silencio amigo, imploradora y grave, la canción de la angustia.

Cuando rielan confusos los faroles aislados y el chirriar de las ranas en el hueco hace un coro, y después se suceden momentos acallados en los que se diría que se contiene un lloro.

Cómo he llegado a amarte. arrabal solitario, por esta pena tuya que a mi dolor se hermana... Ya cruzar tu recodo se me hace necesario, ya vivir en tu ambiente me cs cosa más humana.

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