El canto de las sombras
Un crepúsculo lila de otoño. En las aceras palpitan y se mueren las hojas postrimeras.
El frío ha congregado las nubes en el cielo; una paloma tiende desde mi reja el vuelo.
Pienso mucho y me acuerdo de todos los ausentes... Es la hora que vuelven del templo los creyentes.
No he salido esta tarde a los parques queridos, y estoy como añorando sus montes y sus nidos.
En el recodo, implora, quejoso el pordiosero; tiembla constantemente en su mano el sombrero.
Quizá, más que el mendrugo. que otra gracia mendiga ! la Muerte en ese trance, debe ser una amiga.
Teje junto a la estufa mi madre cariñosa, de tiempo en tiempo a solas murmura alguna cosa;
y su breve murmurio, que casi siempre es queja, en mi espíritu enfermo, como una sombra deja.
De las casas brumosas, a las desnudas veras, va pasando el muchacho con sus vacas lecheras.
A trechos, pensativo, se apoya en el cayado. ¡Qué **Oración”' para el alma de un pincel inspirado!
Viene a buscar el gato en mis faldas, abrigo. Un recuerdo lejano está hablando conmigo,