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El canto de las sombras


EL CASTILLO VIEJO

Mira al mar, como un antiguo pensador que cavilara del destino de los mundos el remoto fenecer; y parece que en los gestos expresivos de su cara cicatrizan las junturas los recuerdos del ayer.

Al amparo somnoliento de los muros adormidos desde ha tiempo hizo una bruja su aquelarre en el peñón, y se sienten por'las noches lastimosos alaridos de los perros que costean el oscuro callejón.

Hay nogales que conservan los piafidos rechinantes del corcel nervioso y bravo, que aguardaba al mariscal en las citas religiosas de crepúsculos amantes,

o en los elaros plenilunios del idilio medioeval.

Y también bajo el techumbre del palmar estremecido que dialoga todavía con el viejo surtidor, hay murmurios que atestiguan de que aún vive en el [olvido el alado misionero de las noches del amor.

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