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DEL REYNO DE CHILE
jurado por la gracia, para la herencia del Reyno dela gloria ſecondene? muchos caſos ſe ven en las hiſtorias, que dan ſuficiente fundamento a eſta admiracion; y no le dà menos el famoſo caudillo, y general del Araucano exercito Caupolican, varon verdaderamente grande, y de tanta eſtimacion entre los Indios, que en la junta de diez y ſeis Caciques, ſoberanos Señores que concurrieron para leuantar cabeça del exercito, que ſe hazia contra el Eſpañol, fue electo por ſu caudillo, ſugetandoſele todos los demas. Eſte fue el que con el ardid delos ochenta ſoldados, ganò el caſtillo de Arauco, y vencio al Eſpañol en la ſangrienta batalla, que tuuo con el, fuera de ſus murallas. Eſte el que eſperando en campaña raſa al gouernador Pedro de Valdiuia con ſu exercito, no ſolo le desbaratò, pero le dio vna rota tal, que no quedò Eſpañol viuo, hauiendo peleado como vnos Hectores, y hecho en eſta batalla hazañoſos prodigios. Eſte, el que deſmantelò a Puren, y hizo el famoſo ſaco en la ciudad de Penco, no dexandola piedra ſobre piedra, hauiendo antes con ſola la fama y nueua de ſu venida obligado alos Eſpañoles, que deſamparaſſen la ciudad, y ſe la dexaſſen libre a ſu diſpoſicion. Eſte el que tantas veces ſe opuſo al Eſpañol, tantas le acometio, y preſentò batallas, en que ſalio vencedor, y triunfante, o por lo menos dio mueſtras de ſu valentia, y gran valor, ſin voluer jamas el pie atras por cobardia, valiendoſe de ſu militar prudencia para diſponer como Capitan ſu exercito, y meneando las manos en la ocaſſion con no menos aliento, y oſadia que el mas arriſcado ſoldado delos ſuyos. Eſte (o voluble rueda de la fortuna) a ſus competidores invencible, no pudo ſerlo al traidor, que le vendio alos Eſpañoles, y aunque tan ſoberbio, y altiuo en ſu proſperidad, que ſe las juraua al meſmo cielo, pareciendole inferior al ſuyo todo el poder dela tierra; aora cautiuo, y rendito alos pies del Eſpañol, ſu competidor, ſi bien graue y ſeuero, ſin perder, aunque priſionero, de ſu autoridad en ſu ſemblante, le pide la vida, prometiendo en recomenſa, la ſugecion del eſtado todo a entrambas mageſtades, de Dios, y del Rey, y que haria que reciuieſſen todos la fee de Chriſto. mira, dixo, hablando con el Capitan Reynoſo, que lo puedo hazer, pues ſabes la ſugecion, reſpeto, y reuerencia, que todos me tienen, y de no hazerlo aſſi, no remedias nada, porque por vna cabeça, que me quites, naceran tantos Caupolicanes en ſu vengança, que no haga falta el que tienes a tu diſpoſicion rendido. no me des libertad; quedarè priſionero enrehenes de mi fee, y de mi promeſſa, la vida te pido, no puedo offrecer nada equivalente a ſu retorno: mas tepido, que lo que puedo darte, pero mas te importa darme lo que tepido, que negarmelo: mi negocio hago, rogando te por mi vida; pero mira, que hago juntamente el de tu Dios, y tu Rey; deſde oy quiero ſer ſuyo, no niegues a ſus coronas tantos baſallos quantos ſabes ſugetaran ſu cuello aſu cetro, ſi ven rendido el mio y ſugeto a ſu poder, como prometo, No valieron a Caupolican eſtas, y otras muchas raçones, con que pretendio evitar ſu muerte; danle ſentencia publica de que muera empalado, y aſſaeteado, para eſcarmiento del enemigo; aunque no ſiruio ſino de encender mas el fuego, y enconar la llaga, como lo moſtrò deſpues el tiempo, y los efectos, que ſehan experimentado. Lleganle a notificar la dura ſentencia, que le han dado, oyela ſin turbacion, ſin moſtrar differencia, ni alteracion en el ſemblante. Tratan luego de executarla, y el cielo (o poder, y clemencia del crucificado) de aparejar las fieſtas, por la converſion, y penitencia de eſte ſanguinolento pecador; raya el fol de juſticia en ſu entendimiento, y deſpidiendo la tenebroſa noche dela infidelidad, y derritiendo el yelo frio de ſu obſtinacion, le reſuelue en ternuras, y amoroſos affectos, con que comiença a pedir con grandes anſias el baptiſmo; acuden luego los ſacerdotes, catequizan lo, y inſtruyenlo en las coſas neceſſarias de nueſtra fee, ſegun el tiempo dio lugar, y hallandole ſufficientemente diſpueſto, con el arrepentimiento de ſus pecados, y converſion a ſu criador tan tarde conocido, y tan felizmente hallado, reciuio la ſanta ablucion, y el ca-
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