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DEL REYNO DE CHILE

dios, que le dieron los nueſtros ſe fue muy conſolado. Apartoſe luego de la parienta, y con eſſo jamas ha vuelto a ſentir la eſpantoſa preſencia de ſu enemigo.

Otro vino a otro Padre, para que le ayudaſſe en cierto agrauio, que le hauian hecho, y certificò con toda ſeriedad, y juramento, que la noche antes acabando de leer en vn libro deuoto, y eſpiritual, ſe le aparecio vna delas perſonas que hauian tenido parte en la injuſticia, que padecia, que ya era muerta, y que aunque no vio el vulto, ſintio que le tocaua; y que conociendo ſu voz, oyo que le pedia perdon del agrauio, que le hauia ocaſionado, perdonole y al punto deſaparecio.

Hauia vn hombre callado por verguença vn pecado de ſenſualidad, y en eſpacio de treinta años, ni ſe hauia confeſſado, ni receuido el ſantiſſimo Sacramento engañando ſiempre alcura, y alos, que por Paſqua florida le pedian la cedula de confeſſion. Mas la bondad diuina, que aprecia tãto vna alma, no permitio la perdicion de eſte pobre ciego [y como los trabajos dan ojos, y ſentido al mas dormido; quiſo Dios mas darſelos en eſta vida, q̃ caſtigarle en la otra, y aſſi le puſo en vna cama cõ vna graue, y penoſa enfermedad, q̃ le reduxò alos vltimos terminos de ſu vida; y conociendo el miſerable eſtado en que le tenia ſu poco brio, para confeſſarſe, temeroſo de ſu condenacion, llamò a vno delos nueſtros, con quien ſe confeſsò deſpacio, con mueſtras de verdadera contricion, y con firmes propoſitos de emmendarſe. Y nueſtro Señor que ſolo pretendia la ſalud de ſu alma, luego que la alcanço, mediante la confeſſion general de ſus culpas, le comunicò tambien la del cuerpo, y deſpues aca ha procedido con edificacion, agradecido a Dios por vn beneficio tan ſobrenatural.

Aun ſoldado, que hauia mucho tiempo ſe daua a rienda ſuelta a todo genero de vicios, y pecados, no confeſandoſe de ellos ſino de algunos por cumplimiento le acontecio vna noche, que durmiendo ſoñò que ſele arracaua el alma, y que la arrebatauan los Demonios, e iuan con confuſa algazara a dar con ella en la profundo del abiſmo. En tan apretado conflicto ſalio al encuentro la Reyna de miſericordia Maria ſantiſſima, y preguntando alos Demonios, que porque lleuauan aquella alma, y reſpondiendo ellos, que porque hauia callado pecados en la confeſſion, les mandò que al punto la dejaſſen: porque hauia deſſeado ſer ſu deuoto, y en medio delas abominaciones de ſu mala vida, nunca ſe hauia oluidado de encomendarſe de veras aſu interceſſion; inuocando ſu amparo, y pidiendo le ſacaſſe del miſerable eſtado, en que viuia. luego ſoltaron la preſſa los lobos infernales: y exortandole la ſantiſſima Virgen, ſe confeſſaſſe de todos ſus pecados, y proſiguieſſe en ſu deuocion; el propuſo de hazerlo, y quedò agradecidiſſimo al beneficio recebido. Deſpertò en eſto, y pareciendole ſueño lo que hauia paſſado, le ſuccedio lo que a muchos enfermos, que deſpues dela ſalud reſiſten a Dios, aquien ſe hauian ofrecido en ſu enfermedad: reſfrioſe en el propoſito, que hauia hecho de confeſſarſe, y reſiſtiendo alas diuinas inſpiraciones, voluio aſu mala vida. Determino dejar la guerra; y por la dificultad que ay en eſte Reyno de borrar la plaça alos ſoldados; para ſalir con ſu pretencion ſe fingio enfermo, y engaño alos medicos: mas Dios que por aquel camino por donde ſe le huia, queria acabar de reducirle, y ſañar ſu alma, traçò que la ficcion ſe conuirtieſſe en realidad, y quede veras eſtuuieſſe enfermo, el que de burlas lo eſtaua en la apariencia. Apretole tanto el accidente, que juzgaron los medicos, que ſe moria: y aſſi temiendo ſu peligro, y reconociendo ſu ingratitud, ſe voluio a Dios de todo coraçon, y llamando aun confeſſor dela Compañia, ſe arrojo aſus pies, y confeſsò ſus culpas con tantas mueſtras de arrepentimiento, que le causò ſummo conſuelo, por ver tan grandes efectos dela diuina miſericordia, y dela predeſtinacion de eſte penitente.

Concluyamos eſte capitulo con dos admirables caſos q̃ obrò nueſtro Señor, el vno por interceſſion de nueſtro Padre ſan Ignacio el año de 1603. y el otro por la de ſan Frãciſco Xauier al ſin del año 1644 el primero le refiere el Padre Gabriel de vega vno delos ocho compañeros, que
Libro VIII
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