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PATAGONIA.

ftieraas de que podía disponer. Los conspiradores no perdieron un ins* tante : se apoderaron de un buque <ie guerra estacionado en el rio <, y no fué necesario mas: la aíutoridad española reemplazó á la tiranía de un gobernador culpable, mas el trninfo no fué muy dnradero. Ame- nazado el Carmen de nuevo por un bataHoH republicano y se sonvetfá humildemente como la piróicra vez. Desgraciadamente fueron los habi- tantes quienes pagaron por tos cons- piradores. Los propietarios vieron sus ganados muertos , sus castfs sa- queadas y sus campos taiados. ¡ Gol- pe terr^me para la pobre colonia ! Detestado» por los patriotas á causa de su connivencia con los partida- rios de la autoridad read, atareados en su caudal y basta en sus medios de existencia , los habitantes se vie- ron reducidos á la mayor miseria, de modo que, obligados á vivir de la caza, se desparramaron por los lla- nos y las orillas del rio, donde pasa- ron al^pn tiem}x> la vida nómada* y precania de los indíjenas. No solamente fueron funestos á' la^ colonos tales desórdenes, sino que lo eran también y de una manera muy sensible á los nuevos dueños del pais. £stos echaron de ver nniy lue^ go que no* les quedaba ya nafda qi^ie tomar y que vcndria momento én qne los establecimientos agrícolas, completamente arrmnad<)s, nopro^ docirianni aun para proveer á la sub- sistencia de la guarnición. Forzoso fué en consecuencia^ dejar la^ plasta , y así lo hizo el comandante, confían- do á un subalterno el' difícil cargo de mantenerse en un pais donde en adelante todo debia conspií^u^ con^- ti'a la dominación de Buenos- Aires^ En tanto , el eseeso de la miseria» había fbc^sado á los habitantes á res- tablecer con los indíjenas i^lacione^ de comercio que hasta entonces le* hahian sido repugnant€fs. Los indios Aucas les llevanan peletería y los té^ iidoscps fabricaban , y los Cdlonós» les dañan en cambici^ Itb pdco qn^ habían- podido salvar del tíanfmib de sil propiedad. Este trófico» atrajo poco á poco á los naturales^ y les su- jirió la idea de ir á saquearlas fron- teras del estado de Buenos-Aires^ para ir á vender consecutivamente el j^roducto de sus rapiñas á los Es- panoles de) Carmen. £ste jénehy de negociar tan singular fué provecho- so» unos y otros, de modo que in- sensiblemente aquella población que poco antes se nallaba en el ma- yor apKro, recobró un aspecto dé prosperidad. Notaron los habitantes que el ganado bacuno que habrá quedado en paz después del de- güegodek» colonos, se muItipli-< có prodijiosamente; un cacique, des- pués de haberse asegurado de la venta de todo e)gaAa<fó que pudiera llevar ai Carmen f cojió y condivfo cerca de mil reses en dos viarjes. E^ to bastó pafrar mover á los colonos el deseo de aprovecharse de un preció tan ventajoso: fueron pues á la j>e- nínsula , y todos los años en la mis^ ma* época atravesaban valerosamen- te ios áridos desiertos de la Patago»- nra para ir á buscar reses. Asíeonsr- guieron recuperar lo que habían per- dido y dar nuevo* impulso* iá la agi'i- cuttura, fuente principal dd su r¡- qiK^a. Sin embargo,* en 181^ vino rtn pe^ ligro muy cercano á poner otra vez en cuestión la etíslencia' de la colo- nia resucitada. Los soldados que el comandante republicano hffbiap de- jado en el Carmen , desdes ée los desórdenes de 1 8 1 2^, se insurreccio- naron, asesinaron ai gobernador, co^ metieron los críiaaenes mas horri^ btes, y ft»atart>iir aque* deígniciado pais como proyocia conqtnstada. Cuéntase Cfae en su embriaguez de sangw í^isüaron algunos de sus ce- ciales y forzaron» los demás á Itevar arrastrando' sus cadávere» al ^tib donde ellos- mismos habían úe ser enterrados vrv'osf hasta el Cuello». Es- tos- hijos jjerdrdos^ la repdblica dé Buenos-Aires se rieron en breve obligados á poner términq á' sus horrores : atáeado» por las atropan del' gobierno' central, hnyeron^bar^ demente j» serefujiaTon* ei^ éY pais de los» A^ttieas», dondiefC(mtkiuar(5n su vida de bandidos; EL Cáwnen* se habia rtSentido d^ esta dur» Sacudidas P^i*© muy luego se repuso redoblando su actividad