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de las Indias.

de Etiopía, que, como abajo parecerá, dista más de mil leguas del monte Atlante, subir á la cumbre dél y allí ser de los vientos arrebatado y nunca más parecer y ansí morir, manifiesto es todas juntas estas tres cosas en un mismo hombre no poder concurrir y ser incomposibles; cuanto más que no ser un sólo Hespero manifiéstase por lo que se dijo, conviene á saber, ser uno hermano y otro hijo de Atlante. Luégo claro queda, lo uno que hubo diversos Hesperos, ansí como muchos Atlantes; lo segundo, que el Hespero que señoreó en Etiopía y en las islas de Etiopía cercanas, no fué Rey de España; lo tercero, que ninguna probabilidad tienen, ántes grande disparate y absurdidad y muy contra razon es, decir ó presumir que ya que aquestas Indias en aquellos tiempos fueran descubiertas (lo cual bien ha parecido no ser verdad), y que se nombraran Hespérides del Rey Hespero, ántes tenia más figura de verdad quien dijese llamarse Hespérides por Hespero Rey de Etiopía ó de África la occidental, que no de Hespero Rey de España, cuanto más que segun Sant Isidro, las Hespérides se nombraron de una ciudad que se llamaba Hespérida en fin de Mauritania, y concuerda con él Aliaco en el cap. 41, del libro De imagine mundi: De insulis famosis maris Oceani; lo cuarto se consigue tambien á lo dicho, ser incertísimo y no muy léjos de imposible lo que pretendemos impugnar, conviene á saber, que aquestas Indias en los siglos antiguos haber sido ni tractadas ni ménos señoreadas de España. Todo lo dicho se puede muy bien con esta cuarta razon confirmar, y es, que, como puede ver cualquiera que las historias de España leyere, España, cuasi siempre desde su poblacion, fué opresa y afligida de tiranos, ansí como de los Geriones, de los de Tiro y fenices cuando edificaron á Cáliz, y al ménos harto inquietada y siempre ocupada en armas por defenderse dellos, de los Cartaginenses, de Aníbal y Amilcar, y despues de los romanos por Pompeyo y por sus hijos, y más por Julio César y Octaviano, y, los tiempos andados, por vándalos y por los godos, y últimamente por moros y bárbaros; por manera que nunca tuvo tiempo ni espacio España