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de las Indias.

en 15° desta parte de la línea equinoccial, las demas en 16 y 17, como son Buena Vista, Sant Nicolás, Santa Lucía, Sant Vicente y Santanton; la isla del Fuego é isla Fuerte, están en 14°: dista la más cercana cerca de 100 leguas del Cabo, y algunas 160, al ménos la postrera. Dice Juan de Barros, portogués, en el lib. II, cap. 1.º de su primera década, que estas son las islas que los antiguos geógrafos llamaban las Fortunadas, pero cierto asáz claro parece, por lo que en el cap. 20 queda dicho, él estar bien engañado, porque las Fortunadas eran predicadas y loadas por la clemencia de los aires y de la misma tierra gran templanza, estas de cabo Verde son, por el excesivo calor, enfermísimas y casi inhabilitables; luego no son las islas que los antiguos nombraban Fortunadas. Descubrióse tambien la isla de Sancto Tomé, que está debajo de la línea equinoccial, en tiempo deste rey D. Alonso V, y, segun la cuenta susopuesta, viviente tambien el infante D. Enrique, su tio. En los descubrimientos arriba dichos, pasado el cabo Blanco, ofrecióse un moro viejo á ir al reino de Portugal por ver las cosas de allí, y lo mismo quiso hacer un portogués, llamado Juan Fernandez, quedarse por curiosidad con los moros, por ver la tierra y las cosas della; de ambas á dos cosas se holgó en gran manera el Infante, porque de ambas á dos partes, del moro por relacion y de Juan Fernandez por experiencia, esperaba saber los secretos de la tierra que él mucho deseaba. Al moro recibió muy bien y le hizo vestir y darle mucho contentamiento el tiempo que en Portogal estuvo. Á cabo de ocho ó diez meses, envió el Infante á saber del dicho Juan Fernandez, el cual ya deseaba que viniesen por él, y él acudia muchas veces á la costa de la mar por ver si parecia algun navío; llegado el navío á la tierra donde estaba, y dicho á los moros que se queria volver á su tierra, mostraron los moros sentimiento de se querer ir de su compañía, por el amor que ya cobrado le tenian. Vinieron cierta gente con él para lo acompañar y defender de los pescadores de la costa que le podian hacer mal, y los que vinieron con él rescataron á los portogueses nueve negros y cierta cantidad de oro en