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de las Indias.

se concluyó, juzgó que de aquella hecha se habia conconcluido; para efecto de lo cual escribió la Reina á Cristóbal Colon, y envióle 20.000 maravedís en florines para con que fuese, y trújolos Diego Prieto, vecino de la dicha villa de Palos, y diólos al dicho Garci Hernandez, físico, para que se los diese. Recibido este despacho, Cristóbal Colon fuese á la corte, y el Guardian dicho y algunas personas, puesto que eran pocas, que le favorecian, suplican á la Reina que se torne á tratar dello. Hiciéronse de nuevo muchas diligencias, júntanse muchas personas, hobiéronse informaciones de filósofos, y astrólogos, y cosmógrafos (si con todo entónces algunos perfectos en Castilla habia), de marineros y pilotos, y todos á una voz decian que era todo locura y vanidad, y á cada paso burlaban y escarnecian dello, segun que el mismo Almirante, muchas veces á los Reyes en sus cartas, lo refiere y testifica. Hacia más difícil la aceptacion deste negocio lo mucho que Cristóbal Colon, en remuneracion de sus trabajos y servicios é industria, pedia, conviene á saber, estado, Almirante, Visorey y Gobernador perpetuo, etc. cosas, que, á la verdad, entónces se juzgaban por muy grandes y soberanas, como lo eran, y hoy por tales se estimarian, puesto que mucha fué entónces la inadvertencia, y hoy lo fuera, no considerándose que si pedia esto, no era sino como el que pide las albricias dellas mismas (como arriba, hablando del rey de Portugal, digimos): llegó á tanto el no creer ni estimar en nada lo que Cristóbal Colon ofrecia, que vino en total despedimiento, mandando los Reyes que le dijesen que se fuese en hora buena. El principal, que fué causa desta ultimada despedida, se cree haber sido el susodicho Prior de Prado y los que le seguian, de creer es que no por otra causa sino porque otra cosa no alcanzaban ni entendian. El cual, despedido por mandado de la Reina, despidióse él de los que allí le favorecian; tomó el camino para Córdoba con determinada voluntad de pasarse á Francia y hacer lo que arriba se dijo. Aquí se puede bien notar la gran constancia y ánimo generoso, y no ménos la sabiduría de Cristóbal Colon, y tambien la certidumbre, como arriba