Página:Historia de las Indias (Tomo I).djvu/303

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
285
de las Indias.

de aves de la parte del Norte hácia el Sudueste, lo cual era evidente argumento y cierta señal que iban á dormir á tierra ó huian quizá del invierno que, en las tierras donde venian, debia de querer venir, acordándose Cristóbal Colon que las más de las islas que los portogueses hoy tienen, las habian descubierto por tomar y tener por cierto el dicho argumento de seguir tras las aves que vian volar como de corrida, mayormente sobre tarde, por esto acordó dejar el camino que llevaba del gueste, y poner la proa hácia el guesueste, que eran dos vientos más, con determinacion de andar dos dias por aquel camino, porque consideraba que no se apartaba mucho del gueste, que era su principal intento; por el cual, si siempre siguiera, y la impaciencia castellana no lo impidiera, ninguna duda fuera, que no iba á dar en la tierra firme Florida, y de allí á la Nueva España, aunque fueran incomparables los inconvenientes y daños intolerables que se le ofrecieran, y fuera divino milagro si á Castilla jamás volviera. Pero hízolo y rodeólo Dios, que lo gobernaba, regia y sabia todo, muy mejor que él ni otro pudiera desearlo ni pedirlo, como constará por la que más referiremos. Anduvo este dia, ántes que diese la vuelta, 23 leguas, y dióla por el Sudueste una hora ántes que el sol se pusiese, y navegó, esta noche, obra de 5 leguas. Lunes, 8 de Octubre, navegó al guessudueste, y luego les quiso Dios suplir ó reformar el desmayo que de nuevo habian el dia pasado recobrado, porque parecieron mucho número de diversas aves, que fueron grajaos y ánades, y un alcatraz, y, sobre todas, muchos pajaritos del campo, de los cuales tomaron en la nao uno, con que todos, como si vieran una gran cosa, se regocijaron. Y porque iban todas estas aves al Sudueste, y no parecia que podian ir á parar muy léjos, siguieron con más voluntad y alegría aquel camino, que era el que las aves llevaban. Crecióles su consuelo con que tambien tenian la mar, como en el rio de Sevilla, muy llana; los aires muy dulces, como por Abril en Sevilla, odoríferos y muy agradables, y la hierba que solian ver muy fresca, por todo lo cual Cristóbal Colon daba á nuestro Señor