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de las Indias.

para creer haber en estas islas cosas de mucha calidad (como ha parecido arriba y parecerá más abajo), para no parar más de lo que paraba en cada parte que descubria, y ansí convenia no parar, pues aqueste su primer viaje no se ordenaba para otra cosa más que para descubrir, puesto que en ellas no las hobiese ó no fuese la tierra del Gran Khan que él estimaba. Esta cera nunca la hobo en la isla de Cuba, y aqueste pan que halló era del reino y provincias de Yucatan, donde habia inmensa cantidad de cera y muy buena, amarilla, el cual pudo venir allí, ó porque algunos indios de aquella isla fuesen á Yucatan, en sus canoas, porque no está la punta ó cabo suyo, de la punta ó cabo postrero de Cuba, sino 50 leguas ó 60, y desto no tenemos indicio ni coniectura eficaz, ántes, hay muchas para el contrario, ó que los indios mercaderes de las mismas provincias de Yucatan, que trataban por muchas partes de la costa de aquella tierra firme, con tormenta se les trastornase alguna canoa, y, por tiempo, los aguajes lo trajesen á la costa de Cuba, porque aquellas 50 leguas que hay de Cuba á Yucatan son de mar baja y no profunda; y esta razon tiene muy gran apariencia de verdad, y creo que ninguna duda se deba della tener. Andando yo por la isla de Cuba con cierta gente de españoles que me acompañaban, el año de 1514, en otro estado del que despues tuve, aunque eclesiástico, entendiendo en asegurar toda la mayor parte de las provincias y gentes de aquella isla, como, placiendo á Nuestro Señor, diremos cuando llegáremos allá; en la provincia de la Habana, cuasi por aquella parte donde está el puerto que se dice de Carenas, y agora está la villa que nombran de la Habana, donde todas las naos de todas partes de la tierra firme se vienen á juntar, que es en la costa del Sur, hallamos un pan grande, que pesaria una buena arroba, de cera, enterrada toda en el arena, y acaso, ó yo ó otro, andando por la playa con una vara ó bordon en la mano, se dió en ella, que no parecia sino apénas la superficie, y incándose el palo fácilmente en ella, vimos que era cera; quedamos espantados, no pudiendo atinar cómo aquella cera