CAPÍTULO LXVII.
Viernes, 11 de Enero, á media noche, salió del rio de Gracia, que agora se llama de Martin Alonso, y navegó al leste, hasta un Cabo, cuatro leguas, que llamó Belprado, de donde vido una sierra, que, porque siempre está llena de nubes en lo alto como plateada, púsole nombre el Monte de Plata, al pié del cual está un bien puerto que se llama hoy, desde entónces, el Puerto de Plata; tiene cuatro brazas en la entrada, y es de la hechura de una herradura de caballo. Loa mucho este monte ó sierra de Plata y el puerto que está debajo dél, encarece la hermosura de las campiñas que van la tierra adentro, y así es tierra muy hermosa, y una sierra que va del leste al gueste, que es Levante á Poniente, y dice ser tierra muy poblada. Andando por la costa adelante halló muchos Cabos; á uno llamó del Angel, á otro llamó la punta del Hierro, á otro el Redondo y á otro el Francés, á otro el cabo del Buen tiempo, á otro Tajado. De todos estos nombres de Cabos, no queda hoy alguno. Anduvo más de 25 ó 30 leguas hoy, porque le ayudaba el viento y las corrientes que iban con él. Estuvo á la corda, que es, segun lenguaje de los marineros, aunque tienen las velas tendidas no andar nada, porque vuelven la proa al viento, y tocando en él á veces, vuelven un poco atras, y otras un poco adelante, y así no hacen camino. Sábado, 12 de Enero, al cuarto del alba, navegó