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Historia

mayor, que era D. Bartolomé y D. Diego, que al presente la Isabela gobernaba, sino por indignar y mover á la gente contra el Almirante y los que gobernaban, y que él tuviese gente y fuerzas para levantarse, y en su tiranía conservarse; hay desto muchos argumentos claros, como parecerá abajo. La otra ocasion ó título que tomó para atraer á sí, juntamente, indios y cristianos, fué, que decia á los cristianos que para que los indios sirviesen mejor á los cristianos, estando en paz con ellos, era cosa necesaria que se le quitasen los tributos que les habia impuesto el Almirante, y esto muchas veces lo decia él á D. Bartolomé Colon platicando; y, ciertamente, si él lo dijera con celo de virtud y de piedad para con los indios, decia gran verdad, porque los indios y los Reyes y señores suyos, vivian con los tributos que se les pedian cada tres meses, desesperados; y áun fuera, sin comparacion, grande utilidad para los cristianos, porque ni murieran de hambre ni padecieran de necesidad alguna en sus enfermedades, ni anduvieran en guerras por sierras y valles á cazar y matar indios, ni dellos algunos, los indios, como mataron, mataran, ántes los sirvieran de rodillas y adoraran, pero no lo decia el pecador sino por robar más á los indios y más señorearlos, y que á esto no le fuese Dios ni el Rey ni sus Ministros á la mano. Finalmente, D. Diego mandó al dicho Francisco Roldan que fuese con cierta gente á la Concepcion, por que se sonaba y temia que los indios y gente de Guarionex andaba mal segura y alborotada, como no podian sufrir los tributos; el cual se fué al pueblo del cacique Marque, donde tuvo lugar Roldan de concluir é publicar su traicion, de donde se vinieron muchos, que no quisieron consentir en ella, á la fortaleza de la Concepcion, á los cuales trató mal y tomó todas las armas. De aquí del pueblo Marque, tornó á la Isabela, y váse á la Alhóndiga del Rey, donde estaban los bastimentos y la municion de las armas, y, tomada la llave por fuerza á quien la tenia, que era un criado de D. Diego Colon (ó hizo las cerraduras pedazos, con 50 hombres, diciendo «viva el Rey»), toma todas las armas que le pareció haber menester