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Historia

CAPÍTULO CXIX.


Cada dia se le allegaba más gente á Francisco Roldan y más se engrosaba su partido, como su vida y la de los que con él andaban era tan ancha, gozando de todos los vicios que querian y, sobre todo, libertad y señorío, porque temblaban dellos los indios, por lo cual los adoraban y servian, y, con esto, él más soberbio y obstinado se hacia; y con esta pujanza, segun dijeron muchas veces muchos de su compañía, de terminaba de poner cerco á D. Bartolomé Colon, que estaba en la fortaleza de la Concepcion susodicha; y hombre de los suyos, que se llamaba Gonzalo Gomez Collado, tomó juramento á otro que habia nombre Gonzalo de la Rambla, y este fué de los que no quisieron seguir á Roldan, que dijese á don Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de Salamanca, que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna manera saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por que supiese de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo pudiesen, lo habian de matar. Estando en este estado estas cosas, y D. Bartolomé en medio destos peligros y de sus angustias, cada dia esperando cuando habia de llegar Francisco Roldan á cercarlo, como Dios en esta vida no da todos los trabajos juntos, sino siempre, cognosciendo nuestra flaqueza, con alguna interpolacion, quiso dar algun resuello á D. Bartolomé y á los que con él perseveraban, y así, ordenó que llegaron dos carabelas con bastimentos llenas, y con 90 hombres de trabajo, de Castilla, que el Almirante, con el ánsia que tenia de enviar provision á los que acá estaban, creyendo que al ménos entre sí vivian en paz, inviaba; el Capitan de las cuales fué un caballero que se llamó Pero Hernandez Coronel, Alguacil mayor desta isla, que habia llevado consigo el Almirante, del