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de las Indias.

CAPÍTULO CLXIX.


Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo que relucia, Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia, en lugar de tomar la vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante y darle cuenta de lo que habia hecho en su viaje, como mostró y quedó con Roldan, y á darle relacion de las nuevas que habia en Castilla, váse con sus cuatro navíos hácia el Poniente y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá; los cristianos que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques, lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester él y los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino del de los indios, porque deste suelen acá ser los españoles muy liberales. Y, porque una de sus carabelas traia muy perdida, que no se podia tener sobre el agua, hicieron hacer pez á los indios, y ayudáronle mucho hasta que la restauró, con todo lo demas que menester hobo. Entre tanto que allí estaba, como debia de haber por allí la gente mal vezada de las reliquias, que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente que siempre andaban descontentos, como no hinchian las manos de lo que deseaban (y una queja ordinaria suya era, que no se les pagaba el sueldo), comienza Hojeda, ó movido por el aparejo que en aquellos halló, ó porque él lo tenia de su cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña, diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia, vernian al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte de los Reyes, y le constreñirian á pagar aunque no quisiese. Para lo cual, dijo, que él traia poder de Sus Altezas para lo hacer, y que se lo habian dado á él y á Alonso de Carvajal, cuando el Almirante tornó el año de 98, para que viniesen con