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Historia

creer es que saltaria en algunos lugares, y lo que allí saltearon y mal hicieron ellos se lo saben, y áun hoy mejor que entónces, que ya son todos en la mar ó en la tierra sepultados. Llegaron á Paria, y como hallaron las gentes della extrañadas y alborotadas, por los muchos que le habian muerto, en pocos dias habia, de los pasados (segun lo dice hombre de los mismos de Diego de Lepe y en el cap. 171 fué tocado), debian de hacerles guerra y captivar los que pudieron haber á las manos; y así lo confiesa otro de los que con ellos se hallaron, y debia el Obispo de Badajoz de sabello, D. Juan de Fonseca digo, y tomárselos, por eso dice aquel en su dicho, que en la Paria tomó Diego de Lepe ciertos indios, los cuales, el dicho Diego de Lepe, trajo en los navíos y los entregó al Obispo D. Juan de Fonseca en esta ciudad de Sevilla. Estas son sus palabras; y fuera justo que el Obispo lo castigara, y quizá lo hizo, si por ventura su ceguedad, que en este negocio de las Indias siempre tuvo, no se lo estorbaba. No supe destos qué más hicieron ni en qué pararon, porque, en estos dias mismos, despues de los dichos descubridores castellanos de aquella tierra firme, acaeció hacer el rey de Portugal armada para ir á la India, y acaso descubrir la misma tierra, que ya los nuestros habian descubierto y bojado, como dicen los marineros, y parecióme no dejar de dar aquí noticia dello, puesto que sea obra de los portugueses, porque al ménos no pretendan, por sólo su descubrimiento, aquella tierra pertenecerles, y en Castilla no lo ignoremos. Envió, pues, el rey de Portugal, D. Manuel, el primero de aquel nombre, una bien proveida armada de trece velas grandes y menores, en las cuales irian hasta 1.200 hombres, entre marineros y gente de armas, toda gente muy lucida, y á vueltas de las armas materiales, dice su historia, que mandó proveer de las espirituales, y estas fueron ocho religiosos de la órden de San Francisco, cuyo Guardian fué fray Enrique, el cual, despues, fué Obispo de Cepta y confesor del Rey, varon de vida muy religiosa y gran prudencia. Envió eso mismo ocho Capellanes y un Vicario para que administrasen los Santos Sacramentos en