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de las Indias.

Álvarez Cabral, de Lisboa, lunes, á 9 dias del mes de Marzo, año de 1500, y tomó su derrota para las islas de Cabo Verde, y de allí, por huir de la costa Guinea, donde hay muchas y prolijas calmerías, metióse mucho á la mar, que quiere decir á la mano derecha, hácia el Austro, y tambien porque como sale muy mucho en la mar el cabo de Buena Esperanza, para podello mejor doblar; y habiendo ya un mes que navegaba, siempre metiéndose á la mar, en las ochavas de Pascua, que entónces fueron á 24 de Abril, fué á dar en la costa de tierra firme, la cual, segun estimaban los pilotos, podia distar de la costa de Guinea 450 leguas, y en altura del Polo antártico, de la parte de Sur, 10°. No podian creer los pilotos que aquella era tierra firme, sino alguna gran isla, como esta isla Española, que llamaban los portugueses Antella, y para experimentallo, fueron por luengo de la costa un dia; echaron un batel fuera, llegaron á la tierra y vieron infinita gente desnuda, no prieta ni de cabellos torcidos como los de Guinea, sino luengo y correntio y como el nuestro, cosa que les pareció muy nueva. Tornóse luego el batel á dar nuevas dello, y que parecia buen puerto donde podian surgir; llegóse la flota á tierra, y el Capitan mandó que tornase allá, y, si pudiese, tomase alguna persona, pero ellos fuéronse huyendo á un cerro, y juntos, esperaban qué querrian los portugueses hacer; queriendo echar más bateles fuera y gente, vino un grande viento y alzaron las anclas, y vánse por luengo de costa la vuelta del Sur, donde les servia el viento, y surgieron en un buen puerto. Envió un batel y tomó dos indios en una canoa; mandólos vestir de piés á cabeza y enviólos á tierra: vinieron gran número de gente cantando, bailando y tañendo ciertos cuernos y bocinas, haciendo saltos y bailes de grande alegría y regocijo, que verlo era maravilla. Salió en tierra el Capitan con la más de la gente, dia de Pascua, y al pié de un grande árbol hicieron un altar, y dijo misa cantada el susodicho Guardian; llegáronse los indios muy pacíficos y confiados, como si fuesen los cristianos de ántes sus muy grandes amigos, y como vieron que los cristianos se hincaban de rodillas y daban en