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de las Indias.

remedios de ambas son contrarios, y, habiéndose de poner juntos, es imposible, sino por casi milagro, salvarse; la razon es, porque el remedio de los aguaceros, tan impetuosos como los hay en estas tierras, y de gran peligro, si en muy presto no se pone, es amainar las velas muy luego, y para no encallar, ó para despues de encallados salir de los bajos, es añadir á las veces velas; por manera, que si ambos á dos peligros concurren en un tiempo, es necesario, en uno dellos, y áun en ambos, perderse, sino por milagro. Cuanto más andaba la costa abajo, tanto más espesas parecian infinitas islas bajas, unas todas de arena, otras de arboleda, y muchas que no sobreaguaban nada; cuanto más estaban más cerca de la isla de Cuba, más altas, y más verdes, y graciosas parecian. Eran de una legua, y de dos, y de tres, y de cuatro; este dia vido muchas, y el siguiente muchas más y más grandes, y porque eran innumerables y no podia á cada una ponerle nombre, llamólas á todas juntas, el Jardin de la Reina; contáronse aquesta dia más de 160, de una parte y de otra, digo, de la parte del Norte, y del Norueste, y del Sudueste, y áun canales por entre ellas, con hondura, que podian pasar los navíos, de dos brazas, y de tres, y más. En muchas dellas hallaron unas aves como grullas, coloradas; estas aves no son grullas, sino de la misma manera y tan grandes como grullas, excepto que son al principio blancas (digo al principio, cuando áun no han llegado á cierta edad), y poco á poco se van tornando coloradas, y cuando comienzan á colorarse no parecen, de un poco léjos, sino manadas de obejas almagradas; solamente las hay estas aves en Cuba y en estas isletas, y no se mantienen sino del agua salada y de alguna cosa que en ella ó con ella hallan, y cuando alguna se toma y se tiene en casa, no la mantienen sino echándole un poco de caçabí, que es el pan de los indios, en un tiesto de agua con una escudilla de sal en ella. Hallaban eso mismo muchas tortugas, tan grandes como una gran rodela, y poco ménos que una adarga; destas hay infinitas entre aquellas isletas, de las cuales y de su nacimiento, ó como se crian, diremos, placiendo