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Historia

cuales, aunque con alguna tristeza, mostraron tenerlo por bueno, pues podian juzgar, que si no quisieran poco les aprovechara. Este le certificó que Cuba era isla que la mar cercaba, y, segun entendió el Almirante, que el Rey della, de la costa del Poniente abajo, con su gente, sino era por señas, no hablaba, pero que luego era hecha cualquiera cosa que mandase; si el señor que entónces vivía era ó no era mudo, ó quizá este hablar por señas acostumbraba, esto debe ser fábula, porque los que primero fuimos á descubrir por dentro de la tierra y á poblarla de cristianos, desde á quince á diez ó seis años, nunca tal cosa ni nueva de ella hallamos. Andando ansí, entran los navíos en un banco de arena que ternia una braza de agua, y de longura tanto trecho como dos navíos, donde se vieron en grande angustia y trabajo, tanto, que para pasarlos á una canal honda, tuvieron necesidad de armar con mucha dificultad todos los cabrestantes. Vieron innumerables tortugas muy grandes, que parecia dellas estar la mar cuajada; sobrevino una nubada de cuervos marinos, que cubrian la lumbre del sol, venian de hácia la mar, y daban consigo en tierra de Cuba; lo mismo pasaban innumerables palomas y gaviotas, y, de diversas especies, muchas aves. Otro dia vinieron á los navíos tan espesas las mariposas, que parecian espesar el aire; duraron hasta la noche y las disipó un gran aguacero de agua.