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Historia

CAPÍTULO XCIX.


Dice el Almirante en una carta que escribió á los Reyes, que traia propósito deste viaje ir á las islas de los caníbales para las destruir, pero como habian sido tan grandes y tan contínuos los trabajos y vigilias, de noche y de dia sin una hora de descanso, que habia padecido en este descubrimiento de Cuba y Jamáica, y rodear esta Española hasta llegar á esta isleta de la Mona, especial, cuando andaba entre las muchas isletas y bajos cercanas á Cuba, que nombró el Jardin de la Reina, donde anduvo treinta y dos dias sin dormir sueño, que, salido de la Mona y ya que llegaba cerca de la isla de Sant Juan, súpitamente le dió una modorra pestilencial, que totalmente le quitó el uso de los sentidos y todas las fuerzas, y quedó muerto, y no pensaron que un dia durara; por esta causa los marineros, con cuanta diligencia pudieron, dejaron el camino que llevaba ó queria llevar el Almirante, y, con todos tres navíos, lo llevaron á la Isabela, donde llegó á 29 dias de Setiembre del mismo año 1494. Lo que aquí dice el Almirante, que iba por destruir las islas de los caníbales, que eran de los que habia fama que comian carne humana, por ventura no aplacia á Dios que los habia criado y con su sangre redimido, porque ir á destruirlos no era el remedio que Dios pretendia para salvarlos, los que con el tiempo, por medio de la predicacion de la fe y con industrias humanas, como se tienen y saben tener muchas para alcanzar las cosas temporales, pudieran ser reducidos á tal vida, que pudieran algunos dellos ser salvos, ¿quién duda que dellos no tenga Dios algunos, y áun quizá muchos predestinados? Así que, por ventura, por esta razon quiso Dios, con esta enfermedad, estorbarlo,