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de las Indias.

vigilias, y en mares tan nuevas, enfermaron casi todos, y el mismo Almirante, de desvelado y angustiado, enfermó cuasi á la muerte. Al cabo, con grandes dificultades, peligros y trabajos inefables, llegó y descubrió una isla pequeña, que los indios llamaban Guanaja, y tiene por vecinas otras tres ó cuatro islas menores que aquella, que los españoles llamaron despues las Guanajas; todas estaban bien pobladas. En esta isla mandó el Almirante á su hermano D. Bartolomé Colon, Adelantado desta isla, que iba por Capitan del un navío, que saltase en tierra á tomar nueva; saltó, llevando dos barcas llenas de gente, hallaron la gente muy pacífica, y de la manera de las destas islas, salvo que no tenian las frentes anchas, y, porque habia en ella muchos pinos, púsole el Almirante por nombre la Isla de Pinos. Esta isla dista del cabo que agora llaman de Honduras, donde está ó estuvo la ciudad de españoles que llamaron Trujillo, y que agora terná cinco ó seis vecinos, obra de 12 leguas; y porque algunos que, despues que por aquí anduvo el Almirante, quisieron por aquí descubrir, aplicaron ó quisieron aplicar á sí el descubrimiento de hasta aquí, yo he visto muchos testigos presentados por parte del Fiscal, en el proceso arriba dicho, los cuales fueron con el mismo Almirante en este viaje, que afirman que el Almirante descubrió estas islas, ó la principal destas de los Guanajes. Todas estas islas, y muchos puertos y partes de la tierra firme, están ya descognoscidas, por mudalles los nombres los que hacen las cartas de marear, en que no poca confusion engendran, y áun son causa de hartos yerros y perdicion de navíos rescibir la relacion de cada marinero. Así que, habiendo saltado el adelantado en esta isla de los Guanajes, ó Guanaja, llegó una canoa llena de indios, tan luenga como una galera, y de ocho piés de ancho; venia cargada de mercaderías del Occidente, y debia ser, cierto, de tierra de Yucatán, porque está cerca de allí, obra de 30 leguas, ó poco más; traian en medio de la canoa un toldo de esteras, hechas de palma, que en la Nueva España llaman petates, dentro y debajo del cual venian sus mujeres, y hijos, y hacendejas, y mercaderías,