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de las Indias.

agua, para llevar al Almirante la nueva de lo que pasaba, subióse el rio arriba, hasta donde no llegaba ni se mezclaba con la dulce el agua salada, puesto que, por el peligro que habia de las canoas de los indios, le amonestaron algunos que no pasase adelante; respondió que aquel peligro él no lo temia pues á él habia salido, y fuera, por el que le podia mandar, enviado. Prosiguió el rio arriba, que es muy hondable, de una parte y de otra de monte y arboledas, hasta dentro del agua, muy cerrado, si no es algunas senditas que los indios tienen hechas para descender á pescar, y donde meten y esconden sus canoas. Como los indios viesen la barca una legua desviada del pueblo, el rio arriba, salieron de una parte y de la otra, de lo más espeso de las riberas, con muchas de sus canoas, que son muy ligeras, con grandes alaridos y bocinas, muy seguros, y comenzaron á cercar la barca, que no llevaba sino siete ó ocho remadores, y el Capitan con otros dos ó tres sobresalientes, que no podian mampararse de la lluvia de las lanzas que los indios les echaban, con las cuales hirieron los más de ellos, y entre ellos al Capitan, al cual dieron muchas heridas, y, con ellas, de animar los suyos valientemente no cesaba; pero, como eran combatidos de todas partes, sin se poder menear ni aprovecharse de las lombardas que en la barca llevaban, ninguna industria ni esfuerzo del Capitan, ni las fuerzas de todos juntos, les aprovechó nada. Finalmente, dieron con una lanza por el ojo derecho al Capitan, de que cayó muerto, y así los demas, infelicemente, allí acabaron. Uno sólo, por caer al agua en el hervor de la pelea é irse por debajo nadando, salió á la orilla, donde los indios no lo vieron, y éste llevó al pueblo la nueva del desastre de la barca. Sucedió en ellos tan gran descorazonamiento y desmayo, viéndose tan pocos y los más heridos, y aquellos muertos, y el Almirante fuera, en la mar, sin barca, y á peligro de no poder tornar á parte donde les pudiese venir ó enviar socorro, que, perdida toda esperanza, determinaron de no quedar en la tierra; y sin obediencia ni deliberacion, ni mando del Adelantado, pusieron su ida por obra, y se entraron en el