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Historia

acostumbradas hirieron y mataron algunos de los españoles, y por no perdellos todos, y á su persona poner en peligro, dió la vuelta con los suyos, huyendo, á su fuerza, siguiéndolos hasta encerrallos dentro los indios. Llegados á su villa y fortaleza, tenian harto, los que en ella quedaron, que hacer en enterrar los que morian, y curar los que no venian tan mal tratados, y pocos de los que con hierba venian heridos, escapaban. Desde á pocos dias acabarónsele todos los mantenimientos, y no osaban salir de la fortaleza un paso, á buscallos á los pueblos de los indios, segun de la hierba de las flechas estaban escarmentados; en tanto grado estaban sin remedio de comida, que los sustentase, que comian hierbas y raíces, áun sin cognoscer dellas si eran buenas ó mataderas y malas, las cuales les corrompieron los humores, que incurrieron en grandes enfermedades, de que murieron muchos; y estando uno por centinela ó guardia, de noche velando, se le salió el alma, y otros tendíanse en el suelo, sin otro dolor alguno, más de pura hambre, espiraban: no tenian cosa que menor dolor y angustia les diese que la muerte, porque con ella tenian estima que descansaban. Estando, pues, padeciendo, más que viviendo, esta infelice vida, quiso Dios, sacando de los males de otros algun consuelo, no desmamparallos; fué desta manera, que un vecino de la villa de Yaquimo, esta isla abajo, llamado Bernardino de Talavera, que tenia muy muchas deudas, como otros muchos en esta isla hobo (como arriba hemos dicho, que, con cuantos indios en las minas mataban, nunca Dios les hacia merced ni medraban); por huir de las cárceles, acordó de se salir huyendo desta isla, y porque no habia donde, sino á una de las dos gobernaciones de que vamos hablando, y, por ventura, se habia con Hojeda concertado, ó por las nuevas que habian dado los que Hojeda envió en el navío por bastimentos, de que ya Hojeda quedaba en tierra rica poblado, concertóse con otros tramposos y adeudados, que habia hartos, y otros tambien que por sus delitos andaban, por ventura, absentados, de hurtar un navío que estaba en el puerto de la punta del Tiburon, dos