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da su gran virtud y ciencia en la curación de los enfermos.» [1]

En la ciudad de Concepción causó, igualmente, sorpresa y pesadumbre su alejamiento. El Procurador Josef de Serrano dá testimonio de esto al pedir la reconsideración del acuerdo, en vista de ser el padre Omepezoa «una persona sumamente experimentada en los achaques y dolencias habituales de la ciudad,» y asegurando que con su partida «aumentaría en mucho la mortalidad local.» porque a pesar de que existían médicos examinados «y expertos en reconocimientos.» siempre haría falta, considerándolo «irreemplazable por sus grandes conocimientos» y porque su práctica médica era tanta «que daba salud aún, á muchos que ya parecían muertos».

Estos homenajes públicos y unánimes de dos puehlos, honran y enaltecen la menioria del padre hospitalario Pedro de Omepezoa.

Los frailes de San Juan de Dios, dedicados al servicio de los hospitales, y obligados muchas veces á curar á los enfermos y administrarles medicina, por falta absoluta de médicos y boticarios en las localidades, tuvieron que ser forzosamente buenos prácticos, alcanzando, algunos de ellos, nombradía.

Entre los jesuitas, el padre Nicolás Mascardi, fundador de las misiones entre los indios pehuenches, en 1670, alcanzó una reputación merecida como experto sagaz en la aplicación de las hierbas medicinales del país. El 21 de Febrero de 1791, descubrió los baños de Variloche, llamados ahora baños del padre Mascardi, de cuyas prodijiosas aguas conserva la tradición muchos recuerdos.[2]

Murió, el padre Mascardi, como un mártir, barbaramente asesinado por los mismos indios que quiso catequizar.

El padre Nicolás Kleffer, su sucesor, se dedicó también al conocimiento y uso de las plantas indíjenas.

El padre Juan José Guuillelmo, que fué enssguida á dichas misiones, pasó por Santiago a fines del siglo XVII y llegó á las tolderías pehuenches en 1702. Los cronistas de aquella época en son incansables para alabar al padre Guillelmo cuya caridad evangélica y su éxito en las curaciones corporales de los indios fueron dignas de su virtud y de su talento. [3]

En 1714, el padre Guillelmo, descubrió el paso de Nahuel-huapi, guiado por un indio por el pasaje de los Baños

  1. Archivo de la Real Audiencia—Vol. 485—Pieza 8.ª
  2. Viajes de Fray Francisco Menendez á Nahuelhuapi, por el Dr. Fonck—Ob. cit.
  3. Las siete palabras de la mano de Jesús, por el padre Antonio Machoni etc.—Córdoba—1732—Biblioteca Hispano-Chilena, por José Toribio Medina—Tomo II.