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Este destino, es muy lisongero sin duda si se considera la importantancia i la utilidad de los estudios que vamos á principiar.

Si las ciencias i las artes, en general, se recomiendan á la admiración i agradecimiento de los hombres, porque, después de haberlas arrancado del estado salvaje, las empuja hacia un estado más perfecto y más feliz, por su parte, la obstetricia, que preside á la reproducción de la especie humana, se halla en el número de las más merecedoras. Ella toma al hombre en las puertas de la vida, aleja de él los peligros que le rodean al pasarlas, i le proteje todavía, en la aurora de sus días, contra el funesto influjo de los ajentes exteriores i de las muchas enfermedades que amenazan su débil existencia. Ya debeis comprender, cuantos bienes puede producir un curso de obstetricia en este país; i me permitiréis felicitarme de poder ser útil, por mi celo, en ayudar á vuestros progresos, i en cooperar de este modo á las miras benéficas del gobierno ilustrado i liberal que lo ha fundado.

Por vuestra parte, señores, así lo espero, haréis mi tarea mucho más fácil con vuestras felices disposiciones, i hallareis nobles motivos de emulación en la esperanza de poder, algún día, prestar á la humanidad, eminentes servicios, i en la consideración con que os rodearán, vuestros conciudadanos, en un país en que las preocupaciones van desapareciendo cada día ante las luces de la civilización, en un país en que, por un progreso notable en las ideas, se va concediendo la estimación á los hombres, en razón del saber i verdadero mérito que poseen, i del bien que puedan hacer.»

A continuación expone el programa de sus lecciones, y presenta un resúmen histórico del arte, objeto de su curso.

Termina su alocución con estas palabras:

«Elevándoos á la altura de vuestro arte, lejos de creer que nuestro carácter médico necesita de indulgencia en el público, sabréis que las luces que habréis adquirido, y los servicios que sereis capaces de prestar, os darán el derecho de contaros en el número de los hombres más útiles i recomendables del Estado.»[1]

La clínica del profesor Sazie fué una clase interesante en su forma y en su fondo; en ella se hicieron las primeras versiones, aplicaciones del especulum y del forceps y los tratamientos más modernos de la escuela francesa.

  1. Discurso de apertura de la cátedra de obstetricia i cirugía, pronunciado el 8 de Mayo de 1835—por el Dr. Lorenzo Sazie—Santiago.—«El Araucano.»