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por él; las epidemias constantes de disentería como la terrible de 1826, las de chavalongo ó tifus, y otras dolencias, como la abultada proporción de enfermos del hígado, principalmente en el verano; la gran invasión de fiebre puerperal que no perdonó mujer en 1827; la asombrosa mortalidad de la capital que con menos de 70.000 habitantes tuvo 1.583 cadáveres únicamente en los cuatro primeros meses de 1828; y en suma las malas condiciones higiénicas de Santiago que la hacen una de las ciudades más insalubres del globo.

«Es demasiado y generalmente sabido—dice el autor—que en todas las estaciones del año y por varios consecutivos días de la semana, las acequias interiores de las casas se hallan tan completamente obstruidas por la acumulación de animales muertos y materias vejetales, que cierran enteramente el paso á la menor cantidad de agua. Las calles atravesadas y muchas de las principales, no son menos inmundas, por lo que un extrangero que visite á Santiago podria creer que es la población más sucia de la América del Sud. Una triste experiencia, principalmente en los últimos tiempos, ha enseñado que la descomposición de las materias orgánicas, ya sean animales ó vegetales, avanzadas, por el calor y la humedad, despiden ciertos efluvios, cuyas propagaciones son sobremanera perjudiciales á la salud del hombre.»

«El gusto depravado de la cocina de Chile, parece buscar todos los ingredientes que tienen la propiedad de destruir los poderes del estómago, y por este medio la salud y la fuerza de todo el sistema. Ningún plato agrada á sus paladares sino es un compuesto heterojeneo de carne, ají, pimienta, ajo, cebollas, tomates y grasa, y otros perniciosos agregados; y sobre todo, ellos devoran el queso y los dulces de todas clases sin alguna consideración racional de su calidad ó cantidad.» «Así como unos se enferman porque comen á toda hora, no dejando descansar el estómago y agotando sus fuerzas, así se enferman otros con el ayuno que produce muchos más efectos perniciosos sobre la constitución humana. Es pernicioso porque sabemos por hechos bien comprobados que cuando el suco gástrico no encuentra en el estómago alimentos ú otras sustancias extrañas, obra sobre la sustancia misma del estómago. De aquí fatigas, afecciones nerviosas del estómago y debilidades en todos los órganos que necesitan reparar las fuerzas en el trabajo de vivir, asimilando lo útil i desasimilando los residuos.»

Este comprensivo cuadro de la morbilidad de Santiago, escrita hace 76 años, es una pintura exacta que pone de manifiesto la incuria comunal que, por desgracia, no ha mejorado en mucho al tratarse de los barrios apartados de la ciudad, y