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den. Este hecho tuvo lugar ahora cuatro años. En la misma época y por demanda que le interpuso Juana Carimonci de que Juana Canto le había levantado el testimonio de vivir ilícitamente con su marido y mediante el pago de cuatro varas de tocuyo, ordenó al mismo Raicagüin diera muerte á la expresada Canto, la que falleció á los dos ó tres días y tampoco sabe de qué manera aquél la mataría.

Hace presente aquí que para el cumplimiento de estas resoluciones había ordenado que fueran ejecutadas por Pedro Guenchicoy, pero éste no quiso obedecerle diciendo que no sabía el arte.

Agrega de que poco antes de que lo tomaran preso, había ordenado á José Aro diera muerte á los dos hijos de don Fabián Cárdenas porque estos tenían quejas de los indígenas de que éste tenía muchos víveres y les cobraba mucho cuando le compraban. No dió á Aro ninguna medicina para cumplir su órden, pero el hecho es que los hijos de Cárdenas llamados Francisco y José María Cárdenas, fallecieron como á los ocho dias después; ignora el remedio que les daría Aro, pues éste conoce todas las medicinas y venenos.

Por Nicolás Coñuecar sabe que su mujer Mienela Tocor envenenó y mató á la madre de éste, Felipa Tuimpare, dándole una dósis grande de zumo de qwlmay. Modifica en esta parte su declaración diciendo que el que le dijo esto fué Luis Coñuecar padre de Nicolár, pero no le refirió otra cosa.

Se cree en su pueblo que Estéban Carimonci, ha envenenado á su suegra Juana Coyopai, á su cuñado Márcos Carimonci y á una cuñada de ocho años cuyo nombre ignora. Todas estas muertes tuvieron lugar sucesivamente y hace algunos años. Carimonci tenía disputas con la familia de su mujer, por terrenos, y por esto creen de que él mismo, sin orden de nadie, los haya envenenado.

En octubre ó noviembre del año próximo pasado, y hallándose trabajando en Quemché, en la máquina de don Miguel Monttet, Estéban Carimonci y Juan Chiguay, Carimonci envenenó al último por una cuestión de un chancho; esto no lo vió pero se lo oyó decir á la misma familia de Chiguay, quienes le dijeron que el cuerpo de éste había quedado amoratado y hecho pedazos.

Refiere que él no sabe más, y que nucna ha tenido ni chaquetilla ni chayanco, porque habiendo muerto Bermián, ante quien había hecho el compromiso de tenerlos, se creyó no tenia ya la obligación y por eso no se cuidó de usarlos. Asegura que su finado hermano Andrés Coñuecar tenía todas estas co-