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Visitando la toldería de Coleufe, el señor Gullermo E. Cox [1] se cercioró que era del todo prohibido al hombre el acercarse al lugar donde hubiesen parido las indias, y cuenta que aprovechó la ocasión para averiguar si era cierto lo que había leído en Falkner, [2] de que era costumbre entre dichos indios el aplicar sobre el pecho del recien nacido el corazón palpitante de una yegua, lo que encontró no ser exacto; pero en cambio, hacían esta operación para sanar á los niños enfermos del pulmón. Una vez nacido el niño, los araucanos lo examinaban con gran interés para ver si era contrahecho,—huaillepeñ— inútil para la guerra, y por ser también objeto de desgracias para la familia. Igual creencia tenían de los mellizos,—epuntún—por lo cual se apresuraban á dar alguno de ellos á jente extraña y que viviese á larga distancia de sus rucas.

Los que nacían de pié, tenían que ser desgraciados y causantes de fatalidades en la casa, teniendo la culpa de todo esto el mal espíritu huecubú.


§ III.


La medicina externa tenía mejores procedimientos de diagnóstico y de tratamiento.

Los lavados con infusiones, cocimientos y jugos de plantas, en las heridas de la guerra, ó de golpes, erupciones, tumores, paguachas, etc., fueron de uso corriente entre los machis.

los abcesos los abrían con una piedra afilada,—quesipu—chupando el pus con la boca, y lavando la cavidad con agua fría para rellenarla después con hierbas machacadas.

Aliñaban las luxaciones y fracturas, colocando inmovilizado el miembro dañado y rodeándolo de una parta de hierbas sujeta con hojas grandes y fajas de algún tejido.

Las cicatrizaciones de las heridas eran relativamente rápidas siendo raras las gangrenas.


  1. Viaje á las regiones septentrionales de la Patagonia, por Guillermo E. Cox. 1862-1863. An. Univ. t. 23. 2.° semestre.
  2. A description of Patagonia, etc.—Tomás Falkner 1794. London. Este historiador jesuita, fué cirujano y llegó al Río de la Plata en un buque procedente de Cádiz. En su segundo viaje tomó el hábito de la Compañía de Jesús, quedándose durante 40 años en el trabajo de las misiones Patagónicas. Regresó á Inglaterra, con motivo de la expulsión de esta Orden, en el año 1767. Su obra histórica y geográdica se publicó en Hereford, Inglaterra haciéndose una traducción francesa en 1787, y otra española, en 1835, en Buenos Aires, por don Pedro de Angelis.-