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La primera de estas ceremonias tiene lugar de día, únicamente, y se celebra á consecuencia de haber soñado la machi que el daño se va arraigando mucho en el enfermo.

Para verificarlo ponen en el patio de la casa dos maitenes, en cada uno de ellos se cuelga un tambor y un jarro de chicha, y en círculo, al pié de cada árbol, ponen otras dos vasijas del mismo licor. Allí cerca se aprontan maneatados un carnero y un potrillo del color que diga la machi, siendo esta circunstancia precisa, como la del color de los ojos que estos animales deben tener, para esperar el buen efecto. Preparados estos requisitos, se saca al enfermo en su cama y se pone del lado del sol. Ya acomodados, tocan dos mujeres unos tamboriles, da la machi la tonada y verzo que deben cantarse, y todo el concurso comienza á bailar y á cantar dando vueltas al rededor de los árboles y del enfermo. Entre tanto la machi toma una quita con tabaco encendido, y con humo inciensa con la boca los árboles, vasijas y animales, por tres veces. El baile continúa, y la machi pasa á incensara al enfermo; en seguida le descubre la parte que le duele, y para sacarle el daño de la sangre le chupa con la boca tan fuerte que le extrae por allí porciones de sangre. En esta operación debe hacer la machi mucha fuerza, hasta sudar, amoratarse y que los ojos se le encarnizen, dando á entender con estos accidentes que está luchando con el huecubú.

Cuando la machi está muy fatigada, se hace la loca para que la sujeten, procediéndose entonces á sacar el corazón del potrillo vivo, que debe entregarsele aún palpitante; toma ésta una bocanada de la sangre que estila, la desparrama al sol, hace al enfermo una cruz en la frente con el mismo corazón y después le unta con aquella sangre por todas partes del cuerpo, para lo cual lo paran desnudo delante de ella. Prosiguen iguales ceremonias con el corazón de carnero, y, concluidas, se repite el baile.

Meten á veces al enfermo en la danza sosteniéndole para que no se caiga; si se alegra es señal de que vivirá, y si no, es que es de muerte, porque ya estaba pasado el tiempo de curar el daño, que lo suponen anterior á cuatro lunas. Entran en seguida el enfermo al toldo y se acaba el machitún, comiéndose los asistentes los dos animales muertos, sin perderse una mínima parte, y si algo sobra, lo cuelgan en algún árbol para que no se lo coman los perros.

La segunda forma de machitún consiste en que, puestos los dos maitenes, forman en círculo una era de coyrones con una puerta hacia el poniente, por donde entran al enfermo y lo colocan en su cama entre los dos árboles; á uno y otro lado se sitúan dos viejas, y á los piés y cabeza dos viejos. El concurso se pone en círcu-