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comieron asadas. Pusieron luego en la cortadura las hojas de unas yerbas (de que tenían hecha prevención por los acontecimientos de la guerra) y no derramaron sangre, ni dieron muestras de dolor, y con solo las yerbas se estañó y creció la carne como antes estaba.»

En el párrafo XXVIII de la obra «La Verdad en Campaña», Martinez de Bernabé señala las prodijiosas curaciones que se consiguen con las plantas del reino, y entre otras cita el uso de la barba de coibo como eficasísimo para estancar la sangre de las heridas y cicatrizarlas; celebra este autor el conocimiento de los machis en hierbas curativas del mal venéreo y de los tabardillos, y otros autores de esa época recuerdan que los chilotes aprovechaban el zumo del quilmay y de la chaquigua como poderosos venenos, y, especialmente, la pepita de San Ignacio.

Los araucanos tenían hierbas hasta para el amor, para lo cual fabricaban un filtro con el jugo concentrado de hojas de pulpal. [1]

Las flechas las envenenaban con zumos de hierbas, según lo aseguran todos los historiadores y naturalistas de la época, como Falkner, Pietas, Treutler, Córdoba y Figueroa, Góngora y Marmolejo, Gomez de Vidaurre, etc., etc.

Mas adelante al entrar á la enumeración razonada de los hechos médicos y de los facultativos de la era colonial, tendremos oportunidad de citar á los principales cronistas y naturalistas que estudiaron personalmente las prácticas de la medicina indígena. [2]


§ II.


En la obra de Molina, ya citada, se hallan datos de importancia sobre las plantas medicinales del país. Dice que los machis y ampives habían dado á conocer á los cristianos más de doscientos ejemplares de hierbas curativas, y agrega que todas ellas se clasificaron en un libro intitulado—no sabe por qué razón—con el nombre de Hebreo, en el cual se advierten las virtudes y modo de usar dichas plantas.

  1. Calepino Chileno-Hispano—Febres Ob. cit.
  2. Entre los naturalistas nos ocuparemos desde Feuillée y Freizer que iniciaron el siglo XVII con una excursión científica hasta Gay, Phillippi, Domeyko etc. de nuestra era, y de los investigadores nacionales como Bustillos, Vazquez, etc., aunando, todos, esfuerzos científicos de gran valor para el progreso de la medicina y de las ciencias naturales.