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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

el lugar preciso, y bajo este sitio juzgaba que era por lo menos posible, que un rico depósito aun estuviese oculto.

—Todo esto, dije, es escesivamente claro, y á la vez ingenioso, sencillo y esplícito. ¿Y cuando hubísteis dejado La Hosteria del Obispo, qué hicísteis?

—Habiendo cuidadosamente estudiado mi árbol, su forma, y su posicion, volví á mi casa. Apenas hube abandonado la silla del diablo, el agujero circular desapareció, y por cualquier lado que me volviese, me fué desde entonces imposible apercibirlo. Lo que me parecia la obra maestra del ingenio en todo este negocio es este hecho, porque he repetido la esperiencia y me he convencido que esto era un hecho; que la abertura circular, en cuestion, no es visible más que desde un solo punto, y este único punto de vista es la estrecha cornisa sobre el flanco de la roca.

En esta espedicion á la Hosteria del Obispo había sido acompañado de Júpiter, que sin duda observaba desde hacía algunas semanas mi aire preocupado, y tomaba un particular cuidado en no dejarme solo. Pero al dia siguiente me levanté muy temprano, logré escaparme, y corrí por las montañas en busca de mi árbol. Mucho trabajo me costó encontrarlo. Cuando llegué á mi casa à la noche, mi doméstico se disponía á darme una paliza. En lo concerniente al resto de la aventura, presumo que estais tan bien enterado como yo.