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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

estando llena de inmundicia en el interior: la leprosa, cubierta de harapos infectos, descarada y repugnante: la veterana del vicio, rugosa, pintada, coloreada por el arrebol, cargada de dijes, y haciendo un alarde imposible de ardor juvenil: la niña de formas indecisas; pero ya avezada á la provocacion sensual por ensayos infames y lecciones depravadoras, acosada por el imperioso deseo de ascender en el escalafon de las sacerdotisas del inmundo Príapo.

Surcaban el mar de la muchedumbre los borrachos en sus especialidades más indescriptibles: estos destrozados, asquerosos, desarticulados casi; con la fisonomía enbrutecida y vidriosa la mirada: aquellos menos desarrapados, pero súcios; andando sin rumbo; rostros rojizos y granugientos; lábios gruesos y sensuales: otros vestidos con cierta elegancia, pero en el desórden que indica el furor de la bacanal: hombres que andaban con paso firme y elástico, pero cuyos semblantes teñía una mortal palidez, cuyos ojos parecian inyectados en funesta combinacion por la sangre y la bilis, y que en el vaiven de aquel oleage humano tenian que asirse con mano trémula á los objetos que encontraban á su alcance.

Por lo demás abundaban en aquel gentio los pasteleros y droguistas ambulantes; los espendedores de carbon y de leña; los tocadores de organillo y sus inseparables los que enseñan marmotas ó hacen trabajar á los monos; los vende-