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JULIETA Y ROMEO.
 

no debia un mortal, oh! no debia
elevarse hasta tí.—Volaste al cielo!
Mi amor, lo sé, mi amor no merecia
encenderse en la llama
que allá en tu corazon sagrada ardia!

(Se levanta y sube hasta la tumba.)

Pronto, Julieta, pronto seré tuyo!
El veneno eficaz que arde en mis venas
pronto tuyo me hará. Mujer celeste,
perla pura de amores, escondida
por Dios en el tesoro de mi vida,
pues conmigo partiste tus amores,
tambien conmigo partirás tu tumba.

(Tomando una mano de Julieta y besándola con ternura.)

Anjélica mujer, si Dios me diera
el escuchar tu voz solo un instante,
oirte una palabra todavia,
de amor una palabra cariñosa
por tus labios de cielo pronunciada,
yo la muerte gustoso aceptaria,
y de Romeo el alma enamorada
en éxtasis de amores subiria
del cielo hasta la bóveda azulada.

(Queda un breve instante silencioso. Repentinamente suelta la mano de Julieta y se deja caer por las gradas del sepulcro, pintados el espanto y el terror en sus facciones.)

Eternidad de Dios!… Es ya el veneno
quién turba mi razon?… Aquella mano,
aquella mano, si, yo la he sentido
estremecerse…—No, delirio insano!
En todas partes agolparse veo
cien visiones fantásticas…

JULIETA.
(Procurando desvanecer el sueño que la oprime: luchando aun con su letargo.)

cien visiones fantásticas… Romeo!

ROMEO (estremeciéndose.)

Ah!… es mi nombre!… Mi nombre repetido
por la anjelica voz de mi Julieta.

JULIETA. (incorporándose en el sepulcro.)

Romeo!… donde estás?… No me has oido?

ROMEO. (Cayendo de rodillas, preso del terror mas profundo.)

Dios escuchó mis ultimas plegarias
y el oirla otra vez me ha permitido!
Celeste ardor mi corazon inflama.
Desde la eternidad su voz me llama

JULIETA. (Bajando de su lecho de mármol.)

Que oscuridad! qué sueño!… No recuerdo
porque en este lugar… Mi mente inquieta
procura en vano… en vano… tengo miedo!
Romeo, ven!

ROMEO (de rodillas siempre y creyéndolo todo alucinacion de sus sentidos.)

Romeo, ven! Aguardate, Julieta!
no tardaré en morir.

JULIETA.
(Bajando precipitada las gradas y dirijiéndose á Romeo que retrocede, sin tocarla y aterrado por la que cree vision.)

no tardaré en morir. Oh! mi Romeo!
lo recuerdo ya todo. Misteriosa
su voz me lo anunció. Talerm me dijo
«bajarás á una tumba mentirosa
dó irá Romeo á demandar su esposa.»

ROMEO.

Oh! no me desperteis!

JULIETA.

Oh! no me desperteis! Talerm diria:
«baja al sepulcro en busca de Julieta;
muerta la creen todos; vé no tardes,
un brevage la di.»

ROMEO. (con sorpresa y trasporte.)

un brevage la di.» Cielos! qué escucho!

JULIETA.

Si sola en esos sitios sepulcrales
me hubiese hallado, sí… oh! si por cierto!
el terror, y la angustia, y el martirio,
oh! no lo dudes, no, me hubieran muerto

(Romeo desde sus ultimas palabras se ha ido acercando casi de espaldas al sepulcro, sin abandonar á Julieta con sus ojos. Al llegar al mausoleo sube de espaldas siempre las gradas; tira del sudario, halla vacio el sepulcro y baja precipitadamente á arrojarse en brazos de Julieta.)

ROMEO. (con inesplicable delirio.)

Oh! Julieta, háblame!… Por Dios que me hables!
que escuche yo tu voz!

JULIETA. (con espresion y ternura.)

que escuche yo tu voz! Oh! todavía,
todavía los cielos nos reservan
inefables momentos de alegría.
Tornarán los instantes de dulzura
que, en brazos uno de otro, transcurrian
con sus horas de vértigo y locura;
tornarán esas noches voluptuosas
por la luz de la luna iluminadas,
noches enteras del amor, pasadas
á la sombra de bóvedas frondosas
bajo un techo de ramas olorosas
por la nocturna brisa acariciadas.
A oir, amado mio, tornaremos
de la alondra el cantar, y á sus cantares