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LA «ANTÍGONA»

de sacrilegio por lo que respecta á esa joven; y ella cesará por su parte de tener comunicación con este mundo.

ANTÍGONA

¡Oh tumba! lecho nupcial, morada subterránea de donde no saldré jamás, me voy á reunir con los míos,— casi todos entre los muertos ya recibidos por Proserpina, — antes que el destino haya señalado el término de mis días. Abrigo, al menos, la esperanza de que allá mi presencia será grata para mi padre, así como para tí, madre mía, y para tí también, querido hermano: porque yo he sido la que con mis propias manos os lavé y exorné después, de muertos, y os honré con fúnebres libaciones. Y por haber sepultado tus restos ¡oh mi caro Polynice! ya vés cuál es la recompensa. Sin embargo, yo creo que te he dispensado los debidos honores, á juicio de los hombres sensatos. Si yo hubiera sido madre, ó si fuera mi esposo el que quedara insepulto, jamás hubiera menospreciado las leyes del Estado, cumpliendo este penoso deber. ¿Qué principio me lleva á pensar esto que digo? ¡Ah! porque el esposo muerto puede ser