Página:La Condenada (cuentos).djvu/120

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

¡Cuán lejos estará de saber que estoy yo aquí, sobre su cabeza!

Se sentó desalentado y permaneció silencioso mucho tiempo, hasta que sus pensamientos, su afán de protesta, le obligaron a hablar.

-Mire usted, señor: conozco que soy un hombre malo y que la gente debe despreciarme. Pero lo que me irrita es la falta de lógica. Si lo que yo hago es un crimen, que supriman la pena de muerte y reventará de hambre en un rincón como un perro. Pero si es necesario matar para tranquilidad de los buenos, entonces, ¿por qué se me odia? El fiscal que pide la cabeza del malo nada sería sin mí, que obedezco; todos somos ruedas de la misma máquina, y ¡vive Dios! Que merecemos igual respeto, porque yo soy un funcionario... con treinta años de servicios.